La economía medieval se puede dividir en 2 periodos económicos. Uno que entiende los siglos V al XI, donde suceden las invasiones de los salvajes, la caída y extinción de la vieja economía y la fragmentación económica del feudalismo, entonces en su plenitud. El trueque comercial, en el momento en que sucede, tiene sitio en la ciudad, siendo extraños los intercambios completados fuera de los dominios del feudo. El otro periodo se prolonga desde el siglo XI al XIV, lo que representa una etapa de desarrollo comercial. Desde el siglo XI, tras una época decadente, resurgieron los intercambios y el comercio. También, los oficios especialistas se expanden, la división del trabajo incrementa la producción, el mercado se amplía.
A lo largo del periodo medieval, la Iglesia Católica tuvo una predominación importante en la vida y las ideas de toda la población. A nivel de las ideas económicas, esta ciencia procurará en la religión cristiana la concepción ética de la moderación, que influirá bastante en los juicios sobre el beneficio y la propiedad.
China
En China, el esquema político desde la Edad Media (europea) era el próximo: explosión política extendida y urgencia de una dinastía novedosa que saca el país del caos y de la crisis económica, realizando concesiones a los labradores a fin de que no abandonen la tierra, y restituyendo los mecanismos de graneros para calmar las hambrunas. Pero conforme la dinastía “maduraba”, los gobernantes locales y los señores de la tierra volvían a situar a los campesinos en su estatus servil.
En los siglos XVI y XVII se asentaron consecutivas rebeliones agrarias, con saqueos de graneros recurrentes y viviendas señoriales. Entre los alzamientos mucho más visibles fue el de Li Zichen, que duró 14 años, hacia 1630. Logró equilibrar el cultivo de la tierra, matando a varios señores, pero desgastó tanto a la dinastía Ming, que esta no resistió a invasión manchú en la época del siglo XVII. El desastre económico y demográfico fue pavoroso. De los 80 millones de pobladores de China Ming en el siglo XIV, se pasó a los 150 millones en el siglo XVII, y tras la invasión manchú se había achicado a 90 millones. Los manchús repartieron la tierra entre sus familiares, creando exactamente los mismos inconvenientes de explotación del agricultor. El desastre fue tan visible, que hacia 1720 los manchúes procuraron reformar el sistema y beneficiar a los pequeños labradores. Hacia finales del siglo, la mayor parte de las huertas en China pertenecían a pequeños campesinos. La producción se especializó por zonas geográficas (cosechas alimenticias y cosechas industriales como el algodón) y el comercio agrícola prosperó. No obstante, el nivel económico de las familias de cultivadores era de pura subsistencia, entre otras muchas cosas por el hecho de que el aumento de población logró las explotaciones cada vez inferiores. La familia se veía obligada a explotar intensamente a sus integrantes, algo que todavía existe en Asia, si bien en un marco de economía industrial.