La economía del Viejo Egipto se fundamentaba en la agricultura. El río Nilo, con sus crecidas de agua, se consideraba un obsequio de los dioses entregado a los egipcios. La tierra cultivada pertenecía al faraón, considerado por su pueblo como rey, dios y señor absoluto. No obstante, la región era dominada por curas, redactes y jefes militares que dirigían a los trabajadores libres y esclavos que cultivaban la tierra.
¿Cuál era la actividad económica del Viejo Egipto?
Cabe indicar que parte importante de la actividad económica del Viejo Egipto tenía rincón cerca del río Nilo. El agua de río tan caudaloso alimentaba los campos de cultivo, haciendo las tierras fértiles y facilitando el comercio y el transporte.
Como primordial actividad económica de la civilización egipcia resaltaba la agricultura. Las explotaciones agrícolas estaban en torno al río Nilo. Merced a un sistema de encauzamiento del agua era viable cultivar las tierras. Así, los cultivos primordiales eran los cereales y el lino.
Agricultura y pesca
La agricultura produjo la mayoría de la riqueza de Egipto, cultivando en la mayoría de los casos granos, verduras y frutas. Además de esto, se criaron diferentes géneros de ganado, entre aquéllos que aparecen las cabras y cerdos, asimismo aves de corral y se atraparon peces del Nilo.
Merced a las crecidas de agua cada un año, el suelo continuó fértil. Pero las técnicas agrícolas no eran muy eficaces, los implementos eran primitivos y se ven escasos adelantos y novedades esenciales en esa área. Por otro lado, la recolección no tenía mayor importancia en la economía, pero semeja que fue una opción alternativa precisa y vital para la supervivencia de las clases mucho más pobres.
Aguas que suben, aguas que bajan
La actividad agrícola en el viejo Egipto se encontraba poderosamente condicionada por el accionar del río Nilo, el cauce cuyo experimentaba fuertes crecidas cada un año que negaban los campos de sus riberas. Estas tierras continuaban anegadas a lo largo de largos periodos de tiempo; no obstante, al retirarse el agua, el limo depositado se transformaba en un increíble fertilizante que garantizaba una tierra increíblemente fértil.
Las crecidas del Nilo acostumbraban a celebrarse cerca del mes de junio. En ese instante, las tierras próximas al río quedaban absolutamente sumergidas y no era hasta el otoño, en el momento en que el agua remitía, que empezaba la temporada de siembra. Era entonces en el momento en que los labradores empezaban su tarea que, normalmente, se hacía entre un sujeto que lanzaba las semillas y otros que pasaban el arado o se ocupaban de hundir la semilla en el limo. La estación seca acostumbraba a llegar hacia marzo, y con ella se daba el trabajo de la cosecha.