El agua está en el centro del avance sostenible y resulta primordial para el avance social y económico, unos ecosistemas saludables y la supervivencia humana. El agua es escencial en el momento de achicar la carga mundial de patologías y para progresar la salud, el confort y la eficacia de las ciudades de esta forma para la producción y preservación de una secuencia de provecho y servicios de los que disfrutan la gente.
El avance sostenible se popularizó de manera explícita y contextualizada por la Comisión Brundtland en el archivo “Nuestro Futuro Común” donde se define como “el avance que satisface las pretensiones del presente sin poner en una situación comprometedora la aptitud de las generaciones futuras para atender sus pretensiones” (ONU, 1987).
LA AGRICULTURA COMO ÚNICA FUENTE DE RIQUEZA Y EXCEDENTE ECONÓMICO
En el periodo de transición entre el ocaso del feudalismo y el surgimiento del capitalismo comercial, la visión del papel de la agricultura en lo cambia. Y ese cambio en el papel de la agricultura en la economía se genera con la escuela económica Fisiocrata.
Los fisócratas eran un conjunto de economistas franceses cuyo primordial exponente fue François Quesnay. Para esta escuela económica, solo la naturaleza, o sea, la tierra es productiva, con aptitud de multiplicar un grano de frijol en otros muchos enormes.
Ámbitos como la industria y el comercio, si bien esenciales, solo efectúan el transporte y la transformación del producto originario de la naturaleza. En su composición teorética, dividió a la sociedad en tres clases: I – La clase productiva; II – La clase de dueños; y III – La clase estéril).
RECURSOS NATURALES
La agricultura no solo debe amoldarse para sobrepasar las secuelas del cambio climático, sino debe reducir al límite su encontronazo medioambiental para procurar frenar el cambio y frenar estas secuelas. Entre ellas está la escasez de elementos naturales, como la carencia de lluvia, o la irrupción de fenómenos meteorológicos extremos que afectan muy de manera negativa a las cosechas, como las sequías, crecidas de agua o heladas.
El modelo productivo de los sistemas agrícolas que adoptaron varios de los países industrializados tras la Segunda Guerra Mundial demostró estar anticuado. A lo largo de años, se causó un destacable aumento productivo con bajos costos, pero este modelo tuvo un prominente coste medioambiental, aparte de no haber resuelto los inconvenientes de desigualdad económica y popular que hay en el planeta. Es requisito, por consiguiente, un nuevo modelo que se apoye en la sostenibilidad y sea mucho más equitativo.