Parte importante de todo lo preciso para el consumo diario acostumbraba a generarse en el marco familia. La familia campesina era la unidad de producción básica y se encargaba tanto de trabajar la tierra como de llevar a cabo los artículos de consumo familiar. De cualquier manera, en las ciudades había, desde la Edad Media, una producción artesana dominada por los gremios (agrupaciones de artesanos que ejercitaban exactamente la misma profesión). Su finalidad era, aparte de la asistencia recíproca de los socios, el control de las técnicas, calidad, volumen y costes de la producción, tal como el número de profesores que podían ejercer el trabajo.
El incremento progresivo de la demanda de artículos desde los siglos XVI y XVII, estimuló a los mercaderes y ciertos artesanos a buscar nuevos sistemas de producción para huír del control gremial, que complicaba el incremento de la producción y no dejaba un margen bastante extenso de provecho. Con este propósito se comenzó a prolongar el Domestic System, que consistía en usar a residencia a las familias campesinas. De esta manera un artesano-mercader distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo a fin de que los modelos se elaboraran en los pequeños talleres instalados en nuestra casa del campesino.
Después, el mercader, que comunmente pagaba por prenda desarrollada, se ocupaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales.
Introducción
El Viejo Régimen es el sistema sociopolítico predominante en Europa entre los siglos XVI y XVIII, caracterizado por la sociedad estamental, la economía agraria de base señorial y la monarquía absoluta. En la situacion de España, a lo largo del reinado de los Reyes Católicos (1474-1516) y de la dinastía de los Austrias (1516-1700) se estableció el nuevo régimen, con la característica diferencial de una monarquía donde prevalecía el sentido familiar, esto es, la situación de diferentes reinos que, pese a tener un monarca en común, proseguían siendo en la práctica independientes. Esta situación acaba con la Guerra de Sucesión (1700-1713) y el consiguiente lugar de la dinastía borbónica, que establece un Estado centralista.
El Viejo Régimen se caracterizó por el incremento del poder de la monarquía, que pasó de ser déspota (dominante a los poderes feudales a lo largo del reinado de los Reyes Católicos) a transformarse en absoluta (con los Austrias y, finalmente), ahora con los Borbones). Los poderes del estado se concentraron a cargo del rey (dirección política y del ejército, administración de justicia, lugar de impuestos y servicios) en menoscabo de las Cortes de representación estamental, las autoridades locales y las instancias feudales .