ingenios de madera carpintería mecámica medieval aplicada a la agricultura

La próxima transformación asimismo llegó de América. En 1625, la joven Catalina de Kortaberria heredó Igartubeiti. La masía con sus tierras era un bien indivisible, que se transmitía en única a un hijo, normalmente el mayor, para evitar que la propiedad se fuera troceando hasta ser inviable. A el resto hijos les daban algo de dinero si podían alguna dote para su boda, pero debían buscarse la vida en otra sección. Se iban de criadas a otras viviendas o de campesinos inquilinos a otras tierras, se metían a curas o monjas, ciertos emigraban a América. El mayorazgo acostumbraba a ser masculino, pero ninguna ley impedía que el hameau se transmitiese a una hija. En el censo de caseríos guipuzcoanos de principios del siglo XVII consta que una tercer parte tenía como cabeza de familia a una mujer. Por servirnos de un ejemplo, esta Catalina de Kortaberria, que heredó Igartubeiti y se casó con Domingo de Agirre, un segundo con dote. Ella puso el caserío, él aportó el dinero para amoldarlo a una exclusiva temporada: agregaron unos muros de piedra en los laterales y un cuerpo cerrado de madera en la testera, sostenido sobre palos que de este modo creaban un pórtico.

agricultor

La iniciativa era ganar espacios para el producto americano que en ese instante se extendía por toda la cornisa cantábrica: el maíz. Para molerlo y transformarlo en harina, primero debían prolongar las mazorcas y secarlas a lo largo de semanas en espacios cubiertos y ventilados. Los caseríos precisaban medrar.

En ese siglo redujo la navegación vasca -por el hecho de que los emperadores requisaban los navíos para sus guerras poco a poco más usuales, por la extinción de las ballenas, por la pérdida de los caladeros de Terranova-. Cayó, por consiguiente, la demanda de sidra. Los campesinos se pasaron al maíz, un cereal muy productivo que próximamente reemplazó a los manzanos y asimismo ocupó parte importante de los viejos pastos, con lo que guardaron el ganado poco a poco más tiempo en los establos y amontonaron forraje para darle de comer: precisaron cada vez más espacio. Los caseríos sostuvieron las formas con las que habían nacido siglo y medio antes, pero reutilizaron el viejo lagar como buhardilla para el forraje y como espacio para desgranar maíz, y nacieron con muros de piedra laterales y pórticos de madera . Las masías vascos completaron su forma de hoy por la aparición de una planta amaestrada por olmecas y mayas.

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