- La Generalitat de Catalunya, a través de el Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca y Nutrición ha habilitado un apartado en la página web con el nombre Crema de ramaje y restos vegetales, para pedir la autorización de cremos de ramaje y restos vegetales que proceden de trabajos agrícolas y de la actividad apícola.
Hablamos de completar un formulario que el entusiasmado puede llevar a cabo desde casa y que se manda de manera directa al departamento de Agricultura. Esta autorización solo va a tener vigencia hasta el día 15/04/20 y va a quedar condicionada a que la gente que lo pidan muestren DUN (Declaración agraria), están obligadas a enseñar la declaración de los sucesos de explotaciones agrícolas que efectúen su actividad en el campo de la producción principal agrícola. En ningún caso se pide la aportación de este archivo al formulario.
En un corto plazo ahora pequeña escala
En un corto plazo y en la escala de pequeño emprendimiento sobre el territorio, resulta visible que es requisito un plan de choque para parar y revertir los procesos de humillación gracias a los impactos mucho más intensos; y volver a poner las áreas mucho más perjudicadas por la sobrefrecuentación de los espacios naturales. La gente que trabajan para la conservación de estos espacios saben con perfección cuáles son los sitios primarios de actuación, varios de los que cuentan ahora con un cierto nivel de protección, con una normativa y unas acciones que con frecuencia van a las líneas indicadas. Pero que a veces no se llegan a realizar con la celeridad y la intensidad primordiales, de manera frecuente por una falta de los elementos precisos. Hablamos de sitios con una elevada presión de visitantes donde es precisa una administración mucho más intensa para eludir los impactos mucho más negativos: parking, señalización, recorridos dispuestos para absorber el abultado de visitantes, ocupaciones concretas para ciertos colectivos, programas de información y comunicación, campañas de supervisión, más que nada en los instantes de mayor afluencia, etcétera. Entendemos de qué manera llevarlo a cabo y pudimos revisar que, en el momento en que se hizo bien, ha funcionado. En poseemos ejemplos bien triunfantes. Habría que consolidarlo y alargarlo allí donde sea preciso. Y en picos de afluencia máxima como el presente, el operativo que las gestiones gestoras de ciertos parques naturales pusieron en marcha, cerrando los accesos con vehículo privado una vez cumplimentados los parking que ya están, es buena exhibe de acciones de choque que tienen que tomarse frente ocasiones poco comúnes.
Seguidamente, en un medio plazo ahora una escala algo mayor, de red social, —prosiga un pequeño concejo o un vecindario, en la situacion de una localidad—, habría que detectar, planear y administrar los espacios que aguanten el ocio mucho más profundo, con una implicación intensa de la gente que viven en él. Debe decidirse en conjunto, con la participación del campo público, privado, tercer ámbito ambiental y popular, profesionales y científicos, la mejor distribución de las ocupaciones en todos y cada espacio. Hay que desconcentrar y diversificar, tal es así que no todo ocurra en un mismo ubicación. Un modelo de ocio completamente concentrado no va a funcionar apropiadamente, ni desde la perspectiva de la conservación, ni del disfrute y confort de la ciudadanía. Como tampoco lo va a hacer la dispersión absoluta producto de una falta de planificación.