¿Sabes cuáles fueron las primeras herramientas construídas por el hombre? No hablo de flechas, lanzas, hachas o raspadores, sino más bien de las primeras herramientas para trabajar la tierra. Intentando encontrar un tanto por Internet (qué seríamos nosotros sin él) podemos encontrar que las primeras herramientas agrícolas construídas por el hombre forman parte al periodo neolítico, o sea: hace unos 8000 años, quinientos arriba, quinientos abajo. En el momento en que los humanos eligieron dejar de viajar y establecerse en un punto preciso, comenzó la necesidad de tener herramientas de cultivo, herramientas viejas de agricultura para desbrozar el lote, recortar el cereal, etcétera. De esta manera, por necesidad, brotaron los primeros: arados, las desbrozadoras, las segadoras manuales (muy distanciadas de las modernas motosegadoras de), etcétera.
Todas y cada una de las herramientas agrícolas importan, pero hay una que, indudablemente, influyó decisivamente en la manera de conseguir alimentos de la tierra: el arado.
El presente y el futuro de las cosechadoras
La próxima revolución, donde nos encontramos metidos, la contribuye internet y la geolocalización, bases de la maquinaria robotizada que trabaja de manera autónoma. Las cosechadoras autónomas, merced a los adelantos de la sensorización y la geolocalización, tienen la posibilidad de trabajar en condiciones de baja visibilidad o a la noche y producir mapas de desempeño en el mismo instante.
Herramientas prehistóricas de los nómadas
Son las herramientas mucho más viejas que se conocen. Un canto cortado radica en una piedra de tamaño correcta para ser llevada a mano, la que se corta con unos pocos cortes.
Así se le da a la piedra un borde filoso, que servía después para despiezar a los animales abatidos y seccionar las pieles.
La relevancia del avance del arado
Todas y cada una de las herramientas agrícolas fueron esenciales, pero la que influyó decisivamente en la manera de conseguir alimentos de la tierra fue el arado. Los primeros arados, que fueron empleados en Oriente Medio y se extendieron por el Mediterráneo, eran herramientas ideales para cultivar la tierra dura y áspera. Los primeros arados brotaron en África en la región que en este momento conocemos como Egipto hace unos 5.000 años. No eran mucho más que palos gruesos, en una primera etapa, y azadas, picos y zapas, en una segunda, que se empleaban para romper la cubierta superior del suelo para lograr cultivar.
La llegada del arado piensa un punto de cambio en la crónica de la agricultura por 2 causas:
Escardita para eliminar la tierra
Tiene un radical con apariencia de pala y su corte es tajante, perfecto para eliminar la tierra. Esta vieja herramienta ha evolucionado a materiales como el acero inoxidable para eludir la corrosión y los diseños mucho más eficaces para hallar una perfecta preparación del lote.
Es bien difícil que este utensilio conformado por un mango y una hoja de acero extendida y afilada quede en el olvido. Su practicidad para llevarlo a cualquier lado le hace prácticamente irremplazable y una herramienta de bolsillo para el labrador en el momento de segar la yerba, recortar o podar las plantas o abrirse sendero entre la maleza.