El cambio climático es una situación que tiene fuertes secuelas en la agricultura y contra la que hay que batallar por garantizar el abastecimiento alimenticio. Si bien en Europa los cambios no se están apreciando radicalmente, el cambio climático está afectando drásticamente en otros varios puntos del mundo donde la escasez de agua impide sostener una agricultura de subsistencia.
De qué manera batallar la sequía en Canarias
Canarias sufrió en varias oportunidades capítulos de sequías que le llevaron a declararse en urgencia hidráulica. De ahí que siempre y en todo momento se ha buscado la forma de explotar al límite los elementos y de meditar en todas y cada una de las opciones de batallar la sequía en Canarias.
Las máquinas desaladoras fueron de mucha ayuda en estos últimos tiempos. La producción de este agua fué clave para regar los cultivos que mucho más la precisaban y estaban bajo riesgo de pérdida.
Encontronazo económico
En este contexto, los economistas ahora avisan sobre los efectos que se adelantan tanto en la inflación como en el desarrollo del PIB, que no consigue repuntar pese a las bajas tasas de interés y los programas de reactivación impulsados por el gobierno.
“Se muestran peligros esenciales de levantas de costos de recursos agrícolas, singularmente en hortalizas, hacia los primeros meses de 2020, en el momento en que posiblemente se ponga de manifiesto la carencia de agua. En concepto de actividad, el efecto sobre el desarrollo en agricultura podría ser esencial. Esto contempla impactos negativos en cultivos habituales tal como en la fruticultura hacia la próxima temporada de cosecha. Asimismo veríamos efectos sobre el ámbito eléctrico. Menor disponibilidad de agua transporta al empleo en mayor proporción de generación termoeléctrica, cuyo valor añadido es menor”, cree Sergio Lehmann, economista jefe del banco Bci.
Un desastre humano
Las polémicas estadísticas sobre el número real de pobladores de las ubicaciones de Les Proyectos que tuviesen que dejar sus tierras a consecuencia de las tormentas y torpes de polvo -y, entre ellos, cuántos se dedicaban a la agricultura-, revela un razonamiento idéntico al surgido sobre si el Dust Bowl fue una catástrofe de forma exclusiva natural o si la acción humana fue su aspecto desencadenante. Al final de cuenta, ciertos autores (como Paul Bonnifield) sostienen que el encontronazo del Dust Bowl no fue tan mortal como proponen los cuentos publicados en la prensa de la temporada. De ahí que, habría contribuido el comienzo de la explotación, en 1926, del campo de gas natural de Hugoton (que se prolonga por las ubicaciones de Kansas, Oklahoma y Texas mucho más perjudicadas por las tormentas de polvo severas), que debería absorbido mucha mano de obra, tal como el espíritu indomable de los colonos y vanguardistas, familiarizados a privaciones y dificultades considerablemente más extremas que las producidas por el Dust Bowl.
A lo largo de toda la década de 1930 la zona sur de las Enormes Llanuras padeció una despoblación acentuada. En los condados mucho más damnificados por las tormentas de polvo, la población redujo un 20%. Pero esta despoblación se debió, por una parte, a la fuerte caída de la inmigración interna, que viene de otras zonas fuera de la Conca de Pols; y, por otro, a las altas tasas de migración entre estados y condados en las zonas del sur de Les Proyectos. O sea, los migrantes del Dust Bowl se desplazaron de manera mucho más local, tendiendo a mantenerse en las zonas de Les Proyectos menos perjudicadas por la erosión del suelo.